Hoy, día 2 de agosto, contemplamos
la gran fiesta del Cielo en la que la Trinidad sale al encuentro de
Nuestra Madre, asunta ya a los Cielos por toda la eternidad, y las criaturas
angélicas dan a la Señora la honra que merece.
Desde que María, fue visitada “concebirás en tu seno y darás a luz a un hijo, y
le pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el
Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la
casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin”, por aquel personaje celeste, todo un
Arcángel, y le dio “el sí”, que sonaba a culto “genoito” griego o a “fiat”
latino vulgar, la Virgen María es la Madre de Jesucristo.
La grandeza de María está
íntimamente relacionada con la de su Hijo y su soberanía es plena y participada
de la de su Hijo. El término Señora aplicado a la Virgen no es una metáfora;
con él designamos su verdadera preeminencia y reconocemos en ella su auténtica
dignidad y potestad en los cielos y en la tierra.
María ha sido venerada
siempre como la criatura más excelsa, por encima de todos los Ángeles. Ellas,
las criaturas celestiales, diversificadas en sus jerarquías de Querubines,
Serafines, Tronos, Principados, Potestades, Ángeles y Arcángeles, le rinden
pleitesía, como los patriarcas y los profetas y los Apóstoles… y los mártires y
los confesores y las vírgenes y todos los santos…
Pero como los títulos de
María están fundamentados en su unión con Cristo como Madre y en la asociación
con su Hijo en la obra redentora del mundo, resulta que, por el primer
fundamento, María es Madre de Dios, lo cual la enaltece sobre las demás
criaturas; por el segundo, María también es nuestra Señora, dispensadora de los
tesoros y bienes de Dios, en razón de su corredención. Cierto que en múltiples
y variadísimas ocasiones hemos acudido a ella recordándole este hermoso título
soberano, y lo hemos considerado repetidas veces en el quinto misterio glorioso
del Santo Rosario. ¡Ven, serás coronada!.
Seguro que Ella nos espera;
seguro que desea que nos unamos a la alegría de los ángeles y de los santos…
con toda la creación. Y tenemos derecho a participar en una fiesta tan grande,
pues es nuestra Madre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario