La llamada inmediata es a la fidelidad,
pues no hay auténtica relación humana sin lealtad y fidelidad. No se puede amar
solo cuando «conviene». El amor se manifiesta cuando se da todo sin reservas.
Como afirma el Catecismo: «El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo
definitivo, no algo pasajero» (n. 1646).
...La llamada a la vida conyugal
requiere, por tanto, un discernimiento cuidadoso sobre la calidad de la
relación y un tiempo de noviazgo para verificarla. Para acceder al Sacramento
del matrimonio, los novios tienen que madurar la certeza de que en su vínculo
está la mano de Dios, que les precede y les acompaña y les permitirá decir:
«Con la gracia de Dios prometo serte fiel siempre».
...No pueden prometerse fidelidad «en la
alegría y en la pena, en la salud y en la enfermedad» ni amarse y honrarse
todos los días de sus vidas solo sobre la base de la buena voluntad o de la
esperanza de que «la cosa funcione».
Papa Francisco.
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