Estaba la Virgen Santísima de
las Angustias. Su composición se atribuye a Jacobo Benedetti más conocido con
el despectivo de “Jacopone” de Todi, franciscano, uno de los más preclaros
trovadores de la poesía religiosa. También compuso el Stabat de la Cruz y el
Stabat del Pesebre, verdaderas joyas de la literatura religiosa:
“La madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
¡Oh cuán triste y cuán afligida
se vio la Madre bendita
de tantos tormentos llena!
cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.
Y ¿cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?
¿y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.
¡Oh dulce fuente de amor!
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en El que conmigo.
Hazme contigo llorar,
condolido muy de veras
sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.
¡Virgen de Vírgenes santa!,
llore yo con ansias tantas,
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
sienta en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore
y que en el viva y more
que es fe y de amor indicio;
porque me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance de vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.
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