Tú llamas a tu gente por el nombre,
mandándonos
a espantar espíritus,
a
librar de agobios, miedos y prisas,
a
potenciar la armonía en el vivir.
Nos
envías en parejas a la vida,
y, a
veces, no sabemos
dejarnos
acompañar,
pues
buscamos los defectos
del
hermano
y nos
inquieta su distinto caminar.
Nos
sugieres que llevemos
sólo
un manto,
y
nosotros preparamos gran maleta para el viaje,
pues
las cosas nos dan seguridad,
mientras
Tú nos invitas
al
total abandono y libertad.
Desde
siempre nos has demostrado
que
contar contigo en cualquier tarea,
hace
que se vuelva llevadera
cansándonos
menos y resultando mejor
Qué
frágiles somos,
y qué
olvidadizos,
enseguida
creemos que estamos solos
y
olvidamos que Tú eres
el
más interesado
en
cada uno de nosotros
y en
nuestra misión.
Libérame,
Señor, de tantas cosas,
que
deje a un lado mis seguridades
poniéndome
en tus manos,
de
verdad,
para
que Tú seas mi única seguridad.
Mari
Patxi Ayerra
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