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miércoles, 21 de julio de 2021

UNA ORACIÓN PARA MARÍA

 
Curiosamente, el momento sublime en la vida de Pablo VI, cuando grita a María “Ma­dre de la Iglesia”, acaba en oración. Y en esa oración que comienza “Virgen María, Ma­dre de la Iglesia”.

 

Toda consagración es a Dios, y nos consagramos mediante la Virgen María. En el fondo, la única consagración auténtica es aquella de nuestro Bautismo.

 

Santa María,

Admiración y gozo de los ángeles,

Obra maestra de Dios,

Dulce Madre de la humanidad redimida,

Hija excepcional de la humanidad,

Eterno femenino en su cumbre,

Figura de dulzura y de belleza,

Flor de la humanidad redimida,

La más bella figura de mujer,

Síntesis de toda la humanidad redimida,

Espejo de la luz divina,

Espejo ideal de belleza y de bondad,

Vértice y figura de la Iglesia,

Rostro lleno de gracia, ruega por nosotros.

A tu Corazón Inmaculado

encomendamos el género humano.

Condúcelo al conocimiento

del único y verdadero Salvador, Cristo Jesús.

Concede a todo el mundo la paz en la verdad,

en la justicia, en la libertad y en el amor.

Haz que toda la Iglesia

pueda elevar al Dios de las misericordias

un majestuoso himno

de alabanza y agradecimiento,

pues grandes cosas obró el Señor en ti,

clemente, piadosa, dulce Virgen María.

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