LUNES DE LA XXV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Misa: Prov 3, 27-34; Sal 14, 2-3a. 3bc- 4ab. 5; Lc 8, 16-18
La luz de la fe lo ilumina todo, lo de
dentro y lo de fuera.
La fe auténtica jamás se esconde ni se disimula
porque brilla en el centro
del corazón.
La fe del cristiano, como "iluminatio", participa de la luz de Cristo,
la cual no tiene reverso.
Es luz pura.
El amor entregado
oculto, sin publicidad, sin buscar el reconocimiento, es conocido por Dios y será revelado, a veces incluso para sorpresa de uno mismo, al
final del tiempo,
a semejanza de la muerte oculta de Jesús,
que, después de la Resurrección, será predicada
a todos.
La expresión de Jesús "A ver si me escucháis
bien" quiere decir: "Oídme desde la obediencia de la fe", una fe vivida.
MARTES DE LA XXV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO
SANTOS ANDRÉS KIM TAEGON, presbítero,
PABLO CHONG HASANG,
y compañeros, mártires
Memoria de los santos Andrés Kim Taegon,
presbítero, Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires
en Corea.
Se veneran este día, en común memoria, todos los ciento tres mártires que
en aquel país testificaron intrépidamente la fe cristiana, introducida fervientemente a inicios del siglo XVII por algunos
laicos y después alimentada y
reafirmada por la predicación y celebración
de los sacramentos por medio de los misioneros, la Iglesia de Corea es una Iglesia
fundada por laicos.
Todos estos atletas de Cristo, tres obispos,
ocho presbíteros, y los
restantes laicos, casados o no, ancianos, jóvenes y niños, unidos en el suplicio, consagraron con su sangre preciosa las primicias
de la Iglesia en Corea († 1839-
1867).
Andrés Kim era un joven sacerdote que, habiéndose ordenado en Sangai
fue martirizado justo un año y medio después, el 1846, a la edad de 25 años: es el primer sacerdote coreano.
Pablo Chong Hasang era seminarista.
Que la celebración de esta memoria sea signo de comunión y de oración por las Iglesias
de Asia.
Misa: Prov 21, 1-6. 10-13;
Sal 118, 1. 27. 30. 34. 35. 44; Lc 8, 19-21
Alguien se da cuenta de la visita
de la madre de Jesús
y de sus familiares y exclama: "Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte".
Como gritando:
"¡Abrid paso!".
San Agustín escribe: "Así, Jesús, indica el parentesco espiritual que los incluye en el pueblo
que ha sido rescatado. Sus
hermanos y sus hermanas son los hombres
y las mujeres santos que participan con Él en la herencia
celestial. Su madre es la Iglesia entera, porque ella, por la gracia de Dios, engendra los miembros de Cristo, es decir, a los que le son fieles. Su madre es también cada alma santa que cumple la voluntad
de su Padre y cuya caridad fecunda se manifiesta en aquellos que ella
engendra para Él, hasta que Cristo
quede formado en ellos (cf. Gál 4,19)". (Sobre la santa virgi- nidad,
5)
MIÉRCOLES DE LA XXV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO
SAN MATEO, apóstol y evangelista
Una tradición antiquísima atribuye a Leví, hijo de Alfeo,
también de apodo Mateo, la autoría del primer Evangelio.
Mateo es un nombre "teofórico" que
significa precisamente "don de Dios".
Vivía en Cafarnaúm,
donde ejercía de recaudador de
impuestos y allí fue llamado por el Señor y agregado a los apóstoles.
Su nombre aparece en la lista de los apóstoles en la Sinopsis.
Se nombra a sí mismo como "Mateo, el publicano"
(Mt 10,3).
Presente en
la primera Iglesia de Jerusalén y antes de la dispersión, escribe una primera versión del Evangelio en lengua hebrea,
siendo el primero de los cuatro, tal como lo atestigua Papías, obispo de Hierápolis, citado en la "Historia
Eclesiástica" por Eusebio:
"Mateo ordenó (compuso) las palabras (logia)
del Señor en lengua hebrea,
y cada uno las interpretó (tradujo) luego
como pudo".
Su Evangelio fue escrito en arameo y dirigido sobre todo a los judíos.
De hecho, los críticos más entendidos piensan que la Iglesia primera de Jerusalén tenía escritos en lengua hebrea, hacia el año 35 dC y siguientes,
con palabras y hechos del Señor.
Más tarde se confeccionó
el Evangelio según San Mateo que conocemos
ahora, en uso ya antes del 65 dC.
El Evangelio es obra de alguien versado en las Escrituras y destinado, sin ninguna duda, a cristianos procedentes de la fe de
Israel.
San Ireneo de Lyon da este dato: "Mateo,
después de haber predicado a los hebreos,
publicó también en su lengua un
escrito evangélico, mientras que Pedro y Pablo predicaban en Roma y fundaban la Iglesia". (Adversus haereses III,1,1).
Las tradiciones sobre las posteriores obras evangelizadoras de Mateo son inciertas.
Lo más seguro
es que desarrolló su actividad misionera en Israel, predicando a los
judíos para convertirlos a Jesucristo.
Las palabras de
"miserando atque eligendo", presentes en la homilía
de san Beda el Venerable, que se lee en el Oficio,
tienen una importancia especial en la
biografía del Papa Francisco, que las escogió como divisa episcopal
Misa:Ef 4, 1-7. 11-13; Sal 18, 2-3. 4-5; Mt 9, 9-13
En el Evangelio aparecen los verbos de la divina vocación: Jesús
"pasó, vio y llamó".
En este caso, las dos últimas acciones recaen sobre
la persona del publicano Leví, Mateo.
Jesús lo llamó a formar
parte del grupo de los Doce.
Lo decisivo
no es un pecador perdonado, sino un
pecador llamado a ser apóstol: éste es realmente un gesto divino, grandioso en misericordia y
confianza.
El perdón de Dios está al inicio
de todas las posibilidades de la vida, mucho más aún en la vida de la Iglesia.
Leví obedece de manera incondicional a la llamada del Señor y le sigue.
Para celebrarlo, organiza un banquete donde
congrega a un gran número de
pecadores y publicanos
, como él,
y Jesús ocupa el lugar central.
Los fariseos se dirigen a los discípulos del Señor recriminando que Jesús se sentara
a la mesa con este tipo de gente.
El Señor les dice que el Médico, divino, ha
venido para sanar y curar a los que tienen necesidad
de curación y de salvación, no como ellos, y cita solemnemente al profeta: "Misericordia quiero y no sacrificio" (Os 6,6).
Eso es lo que deben aprender: que Dios no exige nada fuera de uno mismo, sino el propio corazón.
La misericordia, éleos, "hemed",
es la participación en el amor subsistente de Dios.
La llamada de Jesús a Leví fue para él un don de misericordia.
En la primera lectura, Pablo nos dice que los ministerios que participan de la apostolicidad, "apóstoles, maestros, evangelistas, pastores y doctores",
son don del Espíritu Santo en función de la edificación del cuerpo de
Cristo, la Iglesia, y en vistas a
la plenitud de la obra de Cristo Salvador.
El Salmo 18, "El cielo proclama la gloria de Dios", con la
respuesta "a toda la tierra alcanza su pregón", la Liturgia la aplica
a los apóstoles: así fue predicado por san Agustín.
En el "aleluya" se canta el verso del "Te Deum":
"A ti te ensalza el coro glorioso
de los apóstoles".
JUEVES DE LA XXV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Misa: Ecl 1, 2-11; Sal 89, 3-4. 5-6. 12-13.
14 y 17; Lc 9, 7-9
El texto expresa
lo desconcertante que era Jesús para sus coetáneos, pues no era un profeta más, era el profeta por excelencia.
Y es que sólo hay un Evangelio en tres formas: un Evangelio
profetizado, un Evangelio proclamado y un Evangelio predicado.
Herodes "tenía ganas de ver a Jesús", pero para "ver" al Maestro de Galilea
hay que creer en Él.
San Ireneo escribe:
"El hombre por sí mismo no puede ver a Dios; pero Dios,
si quiere, puede manifestarse a los hombres: a quien quiera, cuando quiera
y como quiera. Dios, que todo lo
puede, fue visto en otro tiempo por
los profetas en el Espíritu, ahora es
visto en el Hijo gracias a la adopción
filial y será visto en el reino de
los cielos. En efecto, el Espíritu
prepara al hombre para recibir al Hijo de Dios, el Hijo lo conduce
al Padre, y el Padre en la vida eterna
le da la inmortalidad, que es la consecuencia de ver a Dios" (Contra las herejías, libro IV, 20,4-5).
VIERNES DE LA XXV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
SAN PÍO DE PIETRELCINA, presbítero
Pío de Pietrelcina, de la Orden Menor de los Frailes
Capuchinos, fue agraciado
con grandes carismas
místicos interiores que se reflejaban
exteriormente en
su cuerpo; entre ellos, destacan
los estigmas de la Pasión de Cristo y el don
taumatúrgico.
Su vida fue un reflejo vivo
del carisma de san Francisco
de Asís.
Su espacio vital se estableció durante
toda su vida entre el altar y el confesionario.
Se distinguió por el conocimiento de espíritus, el discernimiento espiritual y una exigencia que llevaba siempre al gozo de
la conversión.
La devoción a San Pío promueve el amor a
los pobres y una vida de oración muy intensa.
Murió en San Giovanni Rotondo (Apulia)
el año 1968.
¿De dónde le viene la santidad a este fraile?
¿De sus estigmas? No, de su unión e identificación con Cristo en la pobreza, la penitencia y el amor a los que sufren.
A su canonización, en 2002, asistió una multitud ingente de fieles, como no se había visto nunca.
Los pequeños del Reino saben reconocer
a sus pastores: aquellos que se
muestran dispuestos a escuchar con entrañas de madre.
Misa: Ecl 3, 1-11; Sal 143, 1b y 2abc. 3-4; Lc 9, 18-22
El
rostro seguramente trasfigurado
de Jesús en oración es el marco de
la confesión de fe de Pedro según
Lucas.
No únicamente su Palabra, no únicamente los
prodigios que realizaba, sino también su oración manifestaba que Jesús vivía
sumergido en el Espíritu.
Cristo, según
la teología católica, poseía la visión inmediata de Dios: La fe que Pedro
confesó motivó el anuncio de la Pascua.
El destino de la naturaleza humana es la muerte, pero la muerte del "Hijo del hombre" será una muerte de amor: rechazado por todos, será resucitado,
en el sentido de reivindicado,
por el Padre, en cuyas manos morirá (23,46).
Por tratarse de la muerte del Hijo amado de Dios,
hay necesariamente un principio de Resurrección.
SÁBADO DE LA XXV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Misa: Ecl 11, 9-12, 8; Sal 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17; Lc 9, 43b-45
Hay
una falta de inteligencia por parte de los discípulos: ni comprendían ni podían comprender, pon gámonos en su lugar.
En medio del éxito popular
alcanzado Jesús anuncia
su último destino: ser
entregado.
Con esas palabras la vida del Señor se desplazaba
al día de su muerte.
No podían entender
aquel lenguaje: "no cogían el sentido".
Lo curioso es que no se van: continúan junto a Él.
Quizá presentían que la vida del Maestro no se definía por el
presente, lo que veían y escuchaban, sino por un futuro incierto,
significado por la obediencia plena al Padre.
La Cruz es inevitable en la vida cristiana, siempre está presente.
Significa el dolor ofrecido por amor.
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