Jesús
llama a los doce sin ninguna explicación.
Éstos
no se distinguen por ninguna cualidad especial.
Reciben
la potestad de anunciar el Reino de Dios y "expulsar a los espíritus
malignos", cosa que sólo pueden hacer si tienen el Espíritu Santo.
Lo
suyo no importa, por eso nada deben llevar para el camino ni para realizar su
misión.
Tampoco
se les promete el éxito.
Deben
predicar el Evangelio sin nada y a cambio de nada.
Como
Amós, en la primera lectura, que fue expulsado del templo por el poder
religioso, también los discípulos si no son escuchados en un sitio, deberán ir
a otro.
Aquella
primigenia misión de los discípulos fue como una especie de ensayo general de
la misión que vendría después.
En la
segunda lectura escuchamos el gran himno de la carta a los Efesios, cantado
como himno en los lunes feriales y en muchas fiestas en Vísperas.
En la
oración colecta se pide: "Concede a todos los que se profesan cristianos
rechazar lo que es contrario a este nombre y cumplir cuanto en él se
significa".
No hay comentarios:
Publicar un comentario