Es mayo Señor, y la Iglesia que tu fundaste, le ha dedicado este mes a
María.

Los brazos de María son los primeros que te abrazaron en una Noche fría
pero la más bella y buena de todas las noches y así empezaste a conocer lo que
es el amor y el calor de una madre. Después atravesaste montañas y pueblos,
siempre arropado en los brazos de una mujer, tu madre, que con el corazón de
latir asustado, huía a otras tierras para proteger tu vida.
Tiempo después la vuelta y la
vida tranquila, sencilla y humilde en la aldea de Nazaret... ¿Te acuerdas Jesús
del pozo donde la acompañabas a buscar el agua? ¿Te acuerdas de sus risas, de
la mirada de sus ojos dulces y hermosos, desbordada de amor e infinita ternura?
... ¡Qué bonitos días, cuánta paz, cuánto amor!
Tu crecías.... te estabas convirtiendo en un joven y Ella siempre a tu
lado. Fuiste con tu "padre José” y Ella a Jerusalén, entraste en el Templo
y por aquel “misterioso mandato” te quedaste a participar en la discusiones de
los grandes pensadores…y te dolía el corazón porque sabías del dolor de “ESOS
DOS SERES” tan amados al vivir la zozobra de tu ausencia… pero es que ya
estabas empezando a “cumplir tu Misión”.
Después volviste con "ellos" y ¡qué años tan inolvidables y
hermosos! ¡Qué unión, qué felicidad, que hogar tan pleno de armonía y de amor!
Cuántas veces la mirarías en el quehacer de las labores en la humilde casa, a
la hora de estar reunidos en la comida, en la oración, desbordándose tu amor de
hijo en aquella dulce y tierna mujer, sencilla pero con dignidad de reina,
alegre y dispuesta... ¡cuánto te quería, cuánto la amabas... ¿te acuerdas
Jesús? Y un día la viste llorar...José, "tu padre" había muerto, Ella
lo amaba mucho y lloraba...y tus brazos la rodearon y Ella apoyando su cabeza
en tu pecho encontró, a pesar de su dolor, la paz.
El tiempo pasó y llegó el día ... Día en que habías de "saber decir
adiós" y tenías un nudo en la garganta pero la viste a Ella con el brillo
de las lágrimas en los ojos, pero serena, otra vez "el fiat" en su
corazón, esclava a la voluntad de Dios, pero
con la dignidad de reina y señora despedirte con el más fuerte y amoroso
de los abrazos, de unos brazos que no te
volverían a envolver y apretar contra su corazón hasta que te entregaran en
ellos después de bajarte de la cruz...¡qué despedida, Jesús, qué despedida!.
Así los dos nos enseñasteis a "saber decir adiós".
Seguro que alguna vez regresaste para verla y estar con Ella pero... tu
Misión había comenzado y ya no
"eras suyo".

¡Aleluya, Aleluya! Otra vez Tu y Ella abrazados. ¡Madre querida, aquí
estoy, he resucitado! ¿Te acuerdas, Jesús? ¡No hubo una mañana más hermosa para
Ti y para Ella!
Y después el tiempo pasó...y un día, un día muy especial, Ella subió al
cielo para estar contigo, con San José, con los Santos y los ángeles en la
infinita y gloriosa presencia de Dios.
Estamos en el mes de mayo Jesús, y hemos hecho un pequeño recuerdo de
esa gran mujer, ejemplo de todas las madres del mundo: Estrella de la mañana,
Reina de los ángeles, Virgen fiel,
Virgen misericordiosa, Puerta del Cielo, Salud de los enfermos, Refugio de los
pecadores, Reina de la Paz....
Señor, Jesús, gracias porque tu Madre es mi Madre.
Santa MARÍA, ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
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