La devoción del Corazón de la Bienaventurada Virgen María procede de san Juan Eudes y fue propagada con la teología mariana de san Luís María Grignion de Montfort.
San
Antonio María Claret fue también un gran impulsor de la devoción al Corazón de
María, y en nuestros días, el Papa san Juan Pablo II escogió las palabras
"Totus tuus" como lema episcopal.
Sabemos
que estas palabras pertenecen a la consagración al Corazón de María: "Todo
tuyo soy, y todo lo mío es tuyo. En todo lo mío te acojo. Dame tu corazón,
María".
La
fiesta litúrgica, que se celebrada antes de la reforma litúrgica el día 22 de
agosto, el Misal de 1969 la trasladó al
sábado después de la solemnidad del Corazón de Jesús con rango de memoria
obligatoria.
El
corazón de María es el corazón más íntimo de la Iglesia, allí donde ella ama a
su Señor y vive de su amor. El término "corazón" en la Biblia
significa "el lugar de la memoria", afectiva: el corazón de María es
el primer archivo de la Iglesia (Lc 2,19.51).
Un
corazón traspasado por la Palabra crucificada del Señor (Lc 2,35). Los
elementos propios de la memoria y el Evangelio lo manifiestan.
Consagrarse
al Corazón de María es entregar la vida en disponibilidad total al amor primero
de Cristo.
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