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viernes, 23 de julio de 2021

SANTA BRÍGIDA, PATRONA DE EUROPA



En la inauguración de las sesiones del Sínodo de obispos de 1999, cuando la Iglesia se preparaba para el comienzo del tercer milenio, el Sumo Pontífice San Juan Pablo II la declaró "Patrona de Europa", junto a Santa Catalina de Siena y Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, queriendo colocar tres figuras femeninas junto a los tres patronos, Benito, Cirilo y Metodio, a fin de subrayar el papel que las mujeres han tenido, y tienen, en la historia eclesial y civil del continente.

Santa Brígida de Suecia fue una mística, teóloga y escritora medieval.

Monja y peregrina al mismo tiempo.

Murió en Roma el 1373.

Es fundadora de la Orden del Santísimo Salvador.

"Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí".

Santa Brígida comprendió por amor y por contemplación estas palabras de san Pablo.

Las hizo realidad en su vida   y las expresó en sus escritos.

Son fruto de las visiones de amor.

Su vida quedó marcada por la Cruz de Cristo en la desposesión de todo lo suyo, en la caridad y en la libertad de la profecía.

Así  "permaneció en su amor", ver el  Evangelio, a través de una azarosa vida, donde sobresalen sus grandes peregrinaciones: a Santiago, a Roma para venerar el  sepulcro de los apóstoles, y a los "loca sancta" de Jerusalén.

Ella sabía que aquel recorrido, en el fondo, era toda su vida entendida como un peregrinaje hacia Dios.

Vivió como sarmiento injertado en la Vid del Señor, su santa Cruz, y dio fruto.

Un fruto que perdura en la Iglesia.

Los sarmientos que no dan fruto "se separan y se queman" como un resto inservible, pero los sarmientos que dan fruto el Señor "los poda para que den más fruto": son las purificaciones del alma y la participación en la Pasión de Cristo.


 

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