Hoy, como desde hace un
montón de años, celebro mi Primera Comunión. Fue un día muy especial porque
recibí por primera vez a Jesús.
Aquel soleado día 23 de Mayo,
comulgué con mi hermano y, casualidades de la vida, entre un gran grupo de
chicos y chicas también comulgó la que hoy es mi mujer.
Recuerdo bien las catequesis
previas, la primera confesión, la oración de acción de gracias tras haber
comulgado por primera vez. Recuerdo la sensación de que algo grande me había
ocurrido. Recuerdo también los días siguientes en que iba contando las
sucesivas comuniones que recibía.
Aquellos tiempos eran
distintos a los de ahora. Tiempos difíciles y economías familiares que no
dejaban lugar para gastos especiales.
Las vistosas estampas que con
tal motivo se entregaban eran tan sencillas como los trajes que vestíamos. La
modesta invitación que la familia ofrecía por el acontecimiento, solía hacerse
en los propios domicilios, lugar donde acudían familiares y amigos.
Mi felicitación más sincera a
los niños y niñas que vais a hacer la Primera Comunión, que vais a recibir a
Jesús en la Eucaristía. Extended nuestro saludo a vuestras familias.
Igualmente, un agradecimiento a los esforzados catequistas que los habéis
acompañado en este proceso de iniciación a la vida cristiana.
M.F.Y.
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